Los celos en el amor Los celos en el amor
En una relación de amor suele aparecer a menudo un elemento que pone en riesgo la existencia de esa relación: los celos. Ese sentimiento... Los celos en el amor

En una relación de amor suele aparecer a menudo un elemento que pone en riesgo la existencia de esa relación: los celos. Ese sentimiento al que se asocia fácilmente un vínculo de amor, donde la relación se transforma de una experiencia donde compartir idílica y exclusiva, a la petición de un vínculo siempre más estrecho y encerrado, donde el vínculo mismo se transforma en un intento de encerrar y sentirse encerrado.
Lo que se esconde detrás del sentimiento de celos es el deseo de posesión de la otra persona, la necesidad de tener a la persona bajo una total disponibilidad en cada momento, sentirlo como algo propio y no compartirlo con nadie. Un nivel sano de celos es algo fisiológico en una relación de pareja, se exalta el sentido de exclusividad de la relación, pero a veces ese sentimiento va a más, revelando como obsesivo y paranoico el temor a la pérdida. Esto, cuando sucede de manera tan cegadora, representa una profunda sensación de incapacidad personal, una baja autoestima y un sentimiento de inseguridad interior.

La otra persona bajo este punto de vista representa el objeto con el que se quiere uno fundir, para poder hacer frente al miedo que el vacío de su pérdida produciría. Se instaura la dependencia, que anula el sentido de la individualidad y de identidad, reconociéndonos tan solo mediante el vínculo de esa unión, que será lo único que alimente y sostenga el presente.

La anulación de sí mismo conlleva como consecuencia la intención de anular al otro, ya que se es totalmente diferente a como se quisiera. Se construye de esta forma un circuito de sufrimiento, que se alimenta por el continuo temor de ser rechazados, traicionados o dejados a un lado. Se busca apartar el sentido individual, ya que representa un obstáculo para el intento de fusión, indispensable para poder sentirnos unidos e indivisibles.

Esto produce una relación no sana, donde se pierde el sentido de lo que es estar juntos, si pierde la planificación individual y compartida, construyendo solo un único vínculo a sí mismo, donde el modus vivendi es el de obtener y agotar, más que el de dar y alimentar. Lo que conlleva a una continua búsqueda por la supervivencia, sin la posibilidad de poder vivir esa relación de forma plena siendo nosotros mismos.
Solo en el mantenimiento y en la percepción de estos confines personales de sí mismo y de la otra persona puede instaurarse una relación sana, donde exista la posibilidad de conocernos y de conocer en la otra persona, sin la necesidad de poseerlo. Construyendo una relación basada en el intercambio y en las diferencias, que comunicadas pueden contribuir al crecimiento de ambos y de la misma pareja.

Sin opiniones todavía.

Sé el primero en dejar una opinion.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *